© TODOS LOS TEXTOS QUE APARECEN EN ESTA CIUDAD SON DE LA AUTORÍA DE JUAN CARLOS CÉSPEDES (SIDDARTHA)

El material de este blog puede ser reproducido citando la fuente y el autor


La otra orilla…
Todos los poetas hablan de ella
Pero no hay otra
Esta es la única.





miércoles, 23 de febrero de 2011

Del libro Agua Eternizada

Me conoce más que nadie
sus ojos me llegan al fondo
donde estoy desnudo y
temblando como un niño.

© Juan Carlos Céspedes (Siddartha)

Del libro La Espiga de Oro

No conozco la nieve
pero he visto su cara de agua en el río.

© Juan Carlos Céspedes (Siddartha)

sábado, 3 de abril de 2010

Te invito a reflexionar con mi cuento

UN CUENTO ZEN









El maestro llega y encuentra a un joven monje sentando, así que suena su flauta y pregunta:
─ ¿Qué haces?
El discípulo, abriendo los ojos, contesta:
─ Medito para ser como Buda.
─ Sólo Buda puede ser como Buda ─ le dice el maestro.
─ Entonces, ¿cómo quién puedo ser yo? ─ pregunta desconcertado el joven.
El sensei responde:
─ Tú puedes ser como tú.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Cuentos de la última frontera

NOCHES DE SIDARZIA

Por Juan Carlos Céspedes

Cuando la luna no cabe en la ciudad y el reloj da la hora veinticinco, Coca Cola invita a sus adictos a ser felices con su receta colgada en lo alto de la última frontera construida. Los carros van vomitando ojos pintados y pestañitas obsoletas, descubiertas hace cuarenta años por Alice Cooper. Sale flaco y desgarbado de un ataúd con una boa cansada de la misma rutina, que cualquier día se lo comerá entero, mientras un brasier sucio le cae pleno en la cara en el momento de agarrar un micrófono y caminar con sus botas militares de sargento muerto, las mismas con las que huyó Mussolini antes de ser ahorcado con su amante, y cigarrillos ultra encendidos por el postrer éxito punk. Hamlet es un tonto que duda entre ser éxtasis o whisky, y cerveza sin racismo, que las negras también saben usar la boca pintada de café o rojo, o cualquier perfume de Carolina Herrera. El dinero no es problema, solución fácil de ser padres y mandar a esos inútiles que no dejan follar tranquilo, o ver los programas de muerte súbita, o apremian las acciones de la bolsa de valores un tiro en la cabeza. Coca Cola sabe y se toma a la gente de un sorbo. Alice Cooper se lleva la taquilla, la boa y el brasier sucio para su museo personal. Cuando las calles quedan vacías todos los destinos quedan cruzados por un disparo que se escuchó en la madrugada.

FIN

lunes, 21 de diciembre de 2009

Conferencia leída en el IV Encuentro de Poesía y Arte Erótico

POESÍA Y EROTISMO

Por Juan Carlos Céspedes (Siddartha)


El hombre siempre ha sido amigo de la definición y la clasificación en un intento por encontrarse y comprenderse, pero, desafortunadamente para él, o por mejor decir, para su fortuna, hay cosas que son indefinibles en su real y verdadera dimensión.
En cierta ocasión, según cuenta el argentino Roberto Curto en el prólogo del libro “El Arte de los Maestros Zen” de Tao Yuang, una dama muy bien vestida se acerca al gran Louis Armstrong y le pregunta:
─ ¿Qué es el jazz, señor Armstrong?
Y éste sabiamente le responde:
─ Señora, si necesita preguntarlo, nunca lo sabrá.

Siempre he pensado que la poesía es indefinible, no importa que cada poeta tenga su versión, pues es natural y comprensible que hagamos intentos para no ir tan perdidos en un mundo donde cada día abunda mayor información, mayor tecnología, pero también más soledad. No en vano el escritor español Pío Baroja decía acertadamente: “El hombre poetiza todo lo lejano”.

En verdad, para quienes les gusta y sienten la poesía, es fácil saber lo que es. Pero cuando la tienen que explicar, comienzan las palabras que van y vienen sin gran trascendencia.
Una vez el pianista de jazz Bill Evans, conocido como el poeta del piano, dijo: “Intentar definir el jazz es como intentar definir al Zen: en cuanto dices qué es, ya estás equivocado”. Yo me apropio de estas deliciosas palabras del maestro Evans para aplicarlas a la poesía.
Y si ya es complicado definir la poesía, cuanto más el erotismo. Buscando auxilio en los grandes de la literatura, Octavio Paz, ese hermano mayor, decía: “Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje”.

Para los griegos la cuestión del amor era menos complicada que para nosotros, pues ellos tenían palabras específicas para las ramificaciones de este sentimiento. El amor storgé, por decirlo de alguna manera, era el afecto especial, el que se siente hacia los miembros de la familia.
El filia o Filía, es el amor fraterno, recíproco, ese amor condicional del tipo “si tú me tratas bien, yo te trato bien”.
El agape, un amor incondicional fundado en el comportamiento con los demás, independiente de sus méritos. Es el canon cristiano.
El amor ludus, amor juguetón, hedonista y sin compromiso.
Y el eros, amor erótico, sentimiento fundado en la atracción sexual.
No los voy a cansar con una explicación del origen de la palabra eros, porque es suficientemente conocido por todos ustedes.
En nuestra actual cultura occidental todos estos sentimientos los hemos derivado hacia una sola palabra: amor. Es debido a ello la degradación y manoseo de la palabra y sus nefastas consecuencias, sino que lo digan los poetas.

El francés Jean Cocteau, artista integral, decía: “Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”. Si no se puede definir qué es, sí costará mucho trabajo, en un mundo utilitarista, precisar para qué sirve.

Una de las certezas que primero se aprende en los talleres literarios, los que tienen la fortuna de estar o pasar por ellos, es comprender que la poesía es un horizonte siempre al frente, inalcanzable, inaprensible. Sucede a veces, por esos misterios del arte de la palabra, que alguien logra un texto casi perfecto, y pareciera que todo se definiera con claridad meridiana. Pero al cabo percibimos, incluido su autor o autora, que no es más que una ilusión. Es como si al despejar una incógnita, se abriesen muchas más. Es la Matrioska o muñeca rusa, que se hace más pequeña, pero que se agiganta en su significancia.

Si al decir de García Lorca: “La poesía es algo que anda en la calle”, ¿nos está diciendo que todo es poesía? Entonces nosotros, como parte del todo, cabemos perfectamente en la expresión de Gustavo Adolfo Bécquer: “poesía… ere tú”.
Siempre he afirmado que el día que podamos definir incuestionablemente la poesía, ya no tendría sentido escribir. Será como un armagedón de paz superficial, si se me permite la expresión. Pero llenado el crucigrama ¿qué viene?

Algunos expertos han afirmado que la poesía es una sola, y los apellidos que le colocan sólo tienen un afán de diseccionarla para poder estudiarla más fácilmente. Yo comparto esta posición. Pero no quiere ello decir, que descarte de tajo a quienes están en la otra orilla. Es más, esta calificación desbroza un poco el gran trigal que es la poesía. Por esto la denominación erótica es perfectamente plausible para entender un poco el largo discurrir histórico del arte de la palabra.
¿Qué tal si expresamos que poesía erótica es decir con palabras lo que la piel quiere sentir? ¿Todo quedaría simplificado? La respuesta es no. De ninguna manera puede ser tan sencillo.

El filósofo francés Henri Bergson, premio Nobel de literatura de 1927, al enseñar filosofía a sus alumnos decía que para comprenderla era necesario vivirla, y para ello ponía el ejemplo de alguien que no conociera París, y en su habitación se saciara de mapas y postales de la ciudad, de tal forma que tuviera un conocimiento teórico de ella. Pero todo eso quedaba en un segundo plano con una simple caminata por cualquiera de las calles de París.
Esto podría aplicarse también a la poesía y al erotismo. ¿Acaso puede haber algo más erótico que el cruce de piernas de la actriz Sharon Stone en la película “Bajos Instintos”?
O ¿las “Nueve semanas y media” de Kim Basinger y Mickey Rourke? Sin olvidar, claro está, “El Cartero llama dos veces”, con las actuaciones de Jack Nicholson y Jessica Lange.
Ahora, me gustaría aclarar, que el erotismo no se queda únicamente en el físico acto sexual, sino que va más allá, en lo sensorial, lo emocional… Es un todo complejo que permite que una relación, independientemente de sus integrantes, tenga una dosis de “magia” (no quería utilizar esta palabra, porque es de las consideradas desgastadas por los poetas), ese misterio inefable que es la poesía del cuerpo.
Largo e inagotable sería hablar de este tema, pero ni mis conocimientos ni el tiempo, me permiten entrar en mayores honduras.

Entonces ¿cómo aplica poesía y erotismo? Hacer poesía con el tema erótico como sustrato es el quid. Parece fácil al decirlo, pero no lo es, de ninguna manera, el hacerlo. No cualquier deseo llevado al papel es arte, ni una experiencia por más interesante que sea, la vuelve poesía erótica. No es el componente sexual el que da el nombre de erótica a la poesía. Tiene que haber el ingrediente artístico.
A mi modo de ver la gran característica de la poesía erótica es la sugerencia, no por falsos pudores ni nada parecido, sino porque permite jugar con una cantidad de posibilidades, y la eventualidad de que los lectores puedan interactuar con el texto.
Milan Kundera, el genial escritor checo alega: “Me atrevo a afirmar que no hay erotismo autentico sin el arte de la ambigüedad; cuando la ambigüedad es poderosa, más viva es la excitación”.
Cuando el joven poeta cartagenero Kenny Castro, dice en su poema:
Te espero
con mis dedos listos
en el interruptor.

Nos está abriendo todo un universo de posibilidades, y cada cual podrá imaginarse qué sucederá después que se apague la luz.

En la versión 2008 del Encuentro de Poesía y Arte Erótico, el artista y diseñador gráfico, Juan Manuel Galindo Diago, se ideó para el afiche del festival, una imagen donde vemos el gorrión o agujero de la cerradura de una puerta, y la idea que transmitía el mismo era que cada cual podía ver por esa ventana al erotismo, todo lo que su imaginación le permitiese. Yo creo que es la mejor alegoría que se podría buscar para la poesía erótica, o una clave sumamente contundente.

Por nada del mundo pensaría que un relato de revistas como Play Boy, Penthouse, Hustler y otras tantas que abundan en los quioscos de muchas ciudades del mundo pueda ser poesía erótica. Tal vez sean eróticas, tal vez tengan algún valor narrativo, pero a mi modo de entender, jamás serán poesía, entendida ésta en su doble connotación de prosa y verso.
Ahora, ¿dónde termina el erotismo y comienza la pornografía? Creo que es una respuesta que cada uno de nosotros debe darse. Parece que hay una línea muy delgada que algunos no alcanzan a apreciar. Quizás no podamos explicar claramente lo que es pornografía, pero sí la reconoceremos cuando la veamos.

No veo la manzana, pero la puedo oler perfectamente en mi quehacer en poesía erótica. Tú tendrás el tuyo y lo respeto. Cada poeta o escritor maneja sus propias ideas y sus propios sistemas, los cuales le pueden servir en determinado momento. Mañana, todo es factible, como cualquier Crusoe, abandonará la seguridad de su isla, dejará a Viernes e irá en busca de otras posibilidades.

No quiero terminar sin contar una de las enseñanzas del maestro zen Ikkyu Sojun, quien predicaba el “zen del hilo rojo” y lo explicaba así: “Nadie puede entrar a este mundo sin haber nacido de hombre y mujer, estamos unidos al sexo por el “hilo rojo” de la sangre desde el nacimiento”. A partir de esto, el sensei nos muestra cómo “muchos caminos parten del pie de la montaña, pero en la cima, todos vemos hacia la luna única y brillante”, y la experiencia sexual es, por supuesto, uno de estos caminos hacia la iluminación.

En alguna parte se afirmaba que García Márquez escribía para que sus amigos lo quisieran más. No sé si esto lo dijo o no, pero en mi caso escribo para ser libre, y el erotismo y la poesía son formas de libertad, así que las cosas que manifiesto aquí no buscan solidaridad ni partido. Antes, por el contrario, respeto el disentimiento y bienvenida la crítica, nave que lleva a la verdad.

martes, 5 de mayo de 2009

MINICUENTOS DE SIDDARTHA

MEMORIAS DE UN ASESINO

Me fui en silencio
haciéndoles creer que estaban vivos.

domingo, 22 de marzo de 2009

CUENTO

LA MANCHA DE MERMELADA
Por Juan Carlos Céspedes Acosta

Hoy apareció en la ventana más grande del periódico, se podría decir que se quería salir y reventarme su sonrisa, bajar por las escaleras de las frases, tomarse mi café negro y comer el pan con mantequilla que me puso Ofelia, siempre cumplida con el desayuno. Le puse a la taza la revista que acompaña el diario por si se le ocurría. Me miró, mejor dicho, nos disparamos, él, muerto allá, y yo, muerto acá. Pero seguimos y él se apoyaba en el borde inferior del marco de la fotografía. Ahora que por fin lo había conseguido, no estaba muy seguro de querer seguir allí, asomado como idiota al filo de la gloria. Si de mí dependiera, allí lo dejaría. Ese era su hambre, por ello salía todas las mañanas a destruir a los demás, a llevarse por delante a cualquier tonto que cometiera el error de cruzársele. Y lo consiguió, el muy hijueputa lo consiguió. Me provoca mancharle la cara con mantequilla, o con mermelada de mora para que parezca sangre. Él, tan pulcro, pero la soledad le cuelga como bacalao, la soledad de saberse aislado por la fama, esa perra en celo. Me gustaría tomar de la mesa un lápiz y hacerle unos mostachos de mosquetero, entonces Martha se molestaría, ya que no le gusta que le dañen el periódico sin que haya leído sus notas sociales. Él se creyó superior, dizque las musas lo visitaban disfrazadas de muchachos y se inspiraba en ellos para hacer su poesía. Pero pensándolo bien, él está atrapado en ese papel que hoy lo muestra triunfante y lleno de orgullo. Martha podrá fastidiarse con un poco de mermelada en el papel, pero la tentación es tan grande. Un punto en la frente, es más o menos lo que hace él con sus zancadillas a los demás. Mejor cierro la página y hago oídos sordos a sus ruegos para que lo mate. Martha, hoy no trajeron el periódico, grito, mientras me dirijo al baño.

lunes, 7 de julio de 2008

Discurso de Juan Carlos Céspedes (Siddartha) Instalando el VI Parlamento de Escritores.

LA ESENCIA DE UN PARLAMENTO
Y/O LA LÁMPARA DE DIÓGENES

Por JUAN CARLOS CÉSPEDES

Atenas, diez de la mañana del año 380 a.C., a la distancia se ve venir a un hombre mayor, quizás pueda tener 60 años, muchos lo llaman peyorativamente “perro”, aprovechando algunas sutilezas del lenguaje griego. Trae una lámpara encendida, esto causa admiración, pues estamos a pleno día y la misma no se necesita, pues el sol alumbra potente con sus rayos la ciudad. Alguien le pregunta por esta excentricidad y sólo contesta que está buscando al hombre honesto.

La verdad siempre ha tenido enemigos, no porque ella sea relativa, sino porque es propio de muchos hombres ser relativos con la verdad.
Todavía hoy se discute si el escritor debe o no participar en política, y se esgrimen teorías en ambos bandos, algunas respetables, otras no tanto. Pero es, en resumidas cuentas, una decisión muy personal, sobre la cual no quiero, ni voy a referirme; que suficiente tiene el ser humano consigo mismo y la voz incansable que lleva dentro.
Desde el momento en que un hombre o una mujer, toma la literatura como su suprema razón de existir, de una forma u otra tropezará con el Poder; y llamo poder cualquiera sea la forma que tome, que muchas son y de variada peligrosidad. Todos sabemos el poder que tiene la palabra, ejemplos hay para todos: Sócrates, Jesús, Mahoma, Gandhi, Luther King, Gaitán (¡Qué casualidad que casi todos hayan sido asesinados!) y muchos otros que ustedes conocen perfectamente.
Siempre ha sido la eliminación del semejante la primera forma de imponer el criterio propio contra la opinión que nos molesta. Todavía se escucha el golpe seco en la cabeza de Abel, la orden de Enrique VIII de decapitar a Tomás Moro, la voz de “fuego” contra Federico García Lorca, la muerte en la cárcel de Miguel Hernández, el atentado contra Luís Carlos Galán y la lista sería interminable. Pero hay otros modos de morir, como la persecución, el exilio y formas mucho más sofisticadas dependiendo de la mentalidad perversa y criminal del perseguidor de turno.
Siendo la literatura una actividad solitaria en su génesis, el escritor es dado a ser un individualista, esta circunstancia permite que en determinado momento de su vida, el Poder, del que les hable antes, lo encuentre aislado e inerme ante las fauces hambrientas del monstruo.
Para prevenir estas situaciones se han dado pasos a nivel mundial en el sentido de organizar parlamentos de escritores, donde merced a la solidaridad de todos los creadores (novelistas, poetas, etc.) se ayude a algunos hermanos caídos en desgracia por su obra, su opinión o posiciones ante diversos hechos. Conocemos de sobra el caso de Salman Rushdie, pero existen historias como las de la escritora de Argelia, Aisa Lemsine, del palestino Riad Beidas, la escritora originaria de Bangladesh Taslima Nasreen, en fin, el inventario sería agotador y no hay tiempo para ello.
Hoy estamos asistiendo a un Parlamento de Escritores que llega a su sexta versión y del cual fui escogido Presidente, más por benevolencia vuestra que por méritos propios, y la experiencia me dice que nos estamos quedando cortos en lo que es y debe ser un Parlamento. Un Parlamento no es primordialmente, una ocasión donde encontrase con los amigos y departir sobre las últimas modas literarias, dar a conocer la última obra, etc., que para eso existen los encuentros y los festivales. Un parlamento es esencialmente político y donde los escritores, poetas, y también los intelectuales, llegan a tomar el pulso de la situación del país y del mundo, de velar por la condiciones de perseguidos de algunos amigos y colegas, que tienen que salir de la patria por sus posiciones y actos, de los que tienen que cambiar de domicilio constantemente porque no tienen los privilegios económicos para viajar al exterior y salvar sus vidas, de las diversas formas de censura que nunca van a faltar, y de tantos males que aquejan a la familia de las letras. Además, no puede ser nunca situación de tres días al año, pues en este tiempo no se alcanzan los objetivos específicos para lo cual fue creado. Ya en Centroamérica se han dado grandes avances en la organización de un Parlamento o Congreso de Escritores; también en el 2006 se crea el Parlamento Hispanoamericano de Escritores, en México, por iniciativa del poeta José Emilio Pacheco; en el Brasil también hay progresos en este sentido. Es decir, que en todo el mundo se ha concluido que los escritores deben unirse para tener alguna posibilidad de enfrentar y resistir al poder, cualquiera que sea la forma que adopte.
Hoy los invito a reflexionar en este sentido y a hacer del Parlamento algo grande y funcional, o de lo contrario, nos veremos dentro de un año y brindaremos con una copa de vino por otra gran oportunidad que se ha ido.

Ahora Diógenes se acerca con su lámpara a cada uno de nosotros, y la pregunta que debemos hacernos es: cuando llegue a mí ¿apagará Diógenes su lámpara?

martes, 11 de marzo de 2008

LA PARTIDA DE UN AMIGO

A don Jaime,
que me enseñó que la sabiduría puede ser deliciosa
la amistad, un árbol frondoso a mediodía.

Parte el viajero
Dejando en el puerto las miradas

Parte lejos de los amigos
Que con pájaros en las manos
Le dicen adiós al horizonte

Allende los días
Que vieron pasar su paso laborioso
Quedan las palabras que se apropian
De una fracción del alma

Atrás, nosotros
Absortos en el barco que se va
Haciendo un inventario de recuerdos
De momentos de risas y enojos
Esas páginas del hombre
Que forman la vida.

Cuando en la distancia solo el mar
Y el puerto desolado grite tu nombre
Acudiremos puntuales a la cita
Donde la memoria nos congregará de nuevo.

LA MÚSICA QUE ME GUSTA

Si vas a viajar a Sidarzia, no olvides la poesía, único pasaporte válido.

El Tiempo Cartagena / Rafael Nunez

LA VIDA DE UN POETA